Define ser afrolatina como “algo muy profundo y muy lindo”, pero recalca que “implica tener sazón y ser una mujer fuerte, de poder, única, independiente y corajuda”.
Silvia Díaz Moore es afroparaguaya, nacida en la ciudad de Fernando de la Mora y actualmente vive en Maryland, comprometida con su Kamba Kua que es el nombre de la comunidad afroparaguaya situada a unas 8 millas al este de Asunción, la capital de Paraguay. Su nombre viene del guaraní y la traducción sería “zona de negros”. La Oficina de Asuntos Latinos de la Alcaldía de Washington (OLA) galardonó a Díaz “por su compromiso y trabajo constante con la comunidad afrolatina y afroparaguaya para la visibilidad de las personas afrodescendientes en el Mes de la Herencia Afroamericana en Estados Unidos”, el pasado febrero.
Y en este Mes de la Herencia Hispana, en el que El Tiempo Latino presta una vez más atención a la realidad afrolatina, retomamos la conversación que mantuvimos con Silvia Díaz-Moore.
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La constancia de esta mujer ha hecho un arte del proceso de “visibilización” de lo afro dentro de la cultura hispánica e internacional.
En la OEA, en Washington, consiguió que el Grupo Tradicional San Baltazar de Kamba Cua fuera admitido dentro de las organizaciones de la sociedad civil. “Es un paso muy importante debido a que Paraguay es uno de los países con menos organizaciones registradas para participar de los foros”, dijo.
Share this articleShareEl 7 de agosto de 2015, el presidente paraguayo Horacio Cartes estableció por ley el 23 de septiembre como el Día de la Cultura Afroparaguaya. Fue una legislación histórica que se consigue, en parte, gracias al trabajo de Díaz. Se eligió el 23 de septiembre porque es el día de la muerte del general José Gervasio Artigas, conocido como el padre de la independencia uruguaya, quien incluyó en su ejército a soldados negros libres —los lanceros de Artigas. Ellos recibieron asilo político en Paraguay en 1820, pero el dictador paraguayo José Gaspar Rodríguez de Francia no permitió que los negros recién llegados se mezclaran con la población y les proporcionó tierras y ganado para que se instalaran en las afueras de Asunción.
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Ahí es donde la comunidad Kamba Kua, a la que pertenece Díaz, se asentó y se desarrolló no sin dificultades.
“Fuimos perdiendo tierras que se expropiaron legalmente o no y durante las dictaduras sufrimos discriminación, pero todo eso está superado”, dijo. “Lo que no se supera es que los gobiernos entiendan que somos personas con una cultura e historia rica, también triste a veces, pero hoy día se puede enmendar eso”.
Díaz enfatiza que le gustaría que el gobierno paraguayo “le dé la importancia a los afroparaguayos como hace con la población indígena” porque “somos personas con valores y no estamos ajenos a lo que pasa en Paraguay, necesitamos la inclusión”.
El diccionario guaraní dice que “kuña nde jeróva” es una “mujer que no se entrega o doblega” y traduce “mujer fuerte” como “kuña mbarete”.
Esos son los dos conceptos que utiliza Silvia Díaz cuando le preguntamos qué significa ser afrolatina en guaraní:
“Ser una mujer auténtica y única, fuerte y única, con esas ganas de salir adelante a pesar de las dificultades”.
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